¿Cuánto tiempo has dedicado a reflexionar en cosas que jamás llegaron a ocurrir? ¿Has sufrido por algo que terminó por no ser como tú creías? Un gran número de personas, principalmente quienes sufren ansiedad, tienen inclinación a vivir limitados por las sensaciones de su cabeza y, por lo tanto, a padecer por causas imaginarias. Pero, ¿cómo podemos evitar eso?
La persona lleva mucho tiempo llevando a la práctica esta clase de patrones de pensamiento que ya se han convertido en un hábito complejo de eliminar. Por lo mismo, no es consciente del inconveniente que esto le crea a nivel psicológico y emocional o no es con la capacidad de controlarlo. De todas formas, tiene remedio.
Cómo dejar de sufrir sin necesidad
¿Eres de esas personas que se ponen nerviosas ya días antes de un acontecimiento? Si es así, quizás supongas que esa ansiedad anticipatoria es habitual o inclusive que puede guiarte predecir y impedir probables inconvenientes. No obstante, hablamos de algo verdaderamente amenazante.
Aún no llegó el instante y ya te crees que la situación va a ser negativa. Por esto, a lo largo de días te encuentras alterado, te cuesta conciliar el sueño y presentas indicios somáticos, como problemas o nauseas.
¿Te has parado a reflexionar en todo el malestar que estás experimentado por algo que no sucedió y puede que jamás ocurra? ¿Eres consciente de tu inclinación a padecer por cosas que solo están en tu cabeza? Entonces, está en tu mano parar este hábito.
Para poder conseguir esa paz, es aconsejable que aprendas a mirar tus pensamientos desde fuera. Acostúmbrate a prestar atención a eso que te dices, y a descubrir todo aquello que causa la ansiedad anticipatoria.
No se trata de luchar contra ese pensamiento negativo, sino de que lo sustituyas por otro más positivo. No des cabida en tu cabeza a las imágenes de un futuro catastrófico; ya que, aunque sucediera, de nada te sirve padecer con antelación.
No supongas o des por hecho nada negativo
Otro de los fallos más recurrentes que nos llevan a padecer por causas imaginarias es sospechar. Oséa, sacar conclusiones sin tener prueba bastante sobre esto o crear expectativas sin tener indicios suficientes que las hagan probables.
Asumimos, entre otras cosas, que nuestra pareja está más callada porque está enojada con nosotros o se está replanteando la relación, que nuestro amigo no responde al mensaje porque no valora nuestra amistad o porque no le gusta hablar con nosotros. No obstante, no entendemos si esto es de esta forma, no poseemos pruebas que nos lleven a pensarlo y lo más seguro es que estemos equivocados.
Puede ser simplemente que el silencio de nuestra pareja se deba a que está cansada y no tenga que ver con nosotros ni con la relación. Por otro lado, seguro que nuestro amigo no respondió al mensaje porque estaba ocupado con otro asunto.
Lo malo de esto, es que nosotros ya hemos sufrido por algo que no tenía razón de ser y puede que hayamos desarrollado actitudes de defensa o situaciones incómodas con estas personas. Por lo mismo, deja de buscar sospechas y mejor expresa tu preocupación asertivamente a la otra persona y escucha su respuesta.
Intenta ser más optimista
Quien sufre por situaciones imaginarias es porque, tienda a pensar lo malo. Espera lo negativo del futuro, de la gente y de la vida.
Una disposición positiva se encuentra dentro de las fortalezas más importantes para conseguir esa calma mental. Además, ver el futuro en positivo no solo nos impide padecimiento en el presente, sino que nos predispone a accionar para poder el triunfo. Somos lo que pensamos.
Si padeces estrés, ansiedad, tristeza, miedo u otro tipo de malas intenciones es fácil que comiences a prestar atención a tus pensamientos. Conviértete en consciente de que no sufres por realidades o hechos consumados, sino por imaginaciones de nuestra mente.
Si fuésemos capaces de vivir el momento presente, la enorme mayoría de nuestros inconvenientes y intranquilidades desaparecerían. Por esto, si deseas liberarte de ese malestar innecesario, toma conciencia de que el padecimiento lo generas tú. Desde ahí, vas a estar en disposición de practicar todas las pautas anteriores. Tienes el poder de elegir lo que piensas: elige no sufrir por cosas que no tienen sentido.