Las heridas emocionales son huellas de vivencias traumáticas del pasado que se cuelan y condicionan el presente. La gente que decide llevar a cabo y sanar estas lesiones pasan por un desarrollo reparador que les facilita vivir más plenos, liberados y felices. Pero, ¿cómo se hace esto y cuánto tiempo puede llevarnos?
te exponemos 4 oraciones que representan cómo varias personas terminan reelaborando sus propias heridas emocionales. ¿Te sientes reconocido en alguna de ellas?
Heridas emocionales en la niñez que no fueron sanadas
Las heridas emocionales son vestigios de perjuicios, por lo general, producidos a lo largo de la niñez. Se conoce a esta etapa como “período sensible del desarrollo” por ser un instante primordial en la formación de la personalidad. Por consiguiente, las huellas sentimentales producidas en la niñez, en parte, determinarán la plenitud de la experiencia de la etapa más adulta.
Todo el mundo tiene heridas emocionales, unos más que otros. Con ellas van lidiando en todas las relaciones que hacen a lo largo de su vida. No obstante, algunas tienen la posibilidad de ser tan dolorosas que nos auguren un presente intensamente anclado a este mal pasado.
¿Cómo emergen las heridas emocionales?
Las heridas emocionales obedecen, por lo general, a la experiencia de vivencias traumáticas. Los errores que cometen los padres son un buen ejemplo. Una herida emocional se forma cuando un individuo sufre una vivencia percibida como negativa, que tiene secuelas en su historia adulta.
Las figuras de apego primordiales tienen que proveer al pequeño numerosas funcionalidades, como son: la guía emocional, la respuesta ligera y correcta a las pretenciones o la seguridad en las características del pequeño, otorgando la soberanía pertinente. Al fallar alguna de estas cuestiones, tienen la posibilidad de producirse algunas de las conocidas como heridas emocionales de la niñez.
Algunas de estas lesiones se asocian al estilo de apego infantil, oséa, a la relación del pequeño con sus padres. Esta relación marcará la interpretación de todo el mundo y de las relaciones que se realice más adelante. De esta forma, las 4 heridas emocionales de apego son: el miedo al abandono, el temor al rechazo, la herida de humillación o de ineficacia.
Sanar estas heridas es un desarrollo complejo. Algunas transitan su cicatrización en las consultas de psicología o teniendo otras vivencias vitales reconstructoras. Lo que sí se entiende es que la preparación de los hechos traumáticos que han originado las heridas emocionales, pasa por el saber sobre ellas y su origen.
Tipos de heridas emocionales más frecuentes
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Miedo a estar solo
Esta cita debe ver con las heridas emocionales que se refiere al miedo al abandono. Esta lesión emocional se frecuenta llevar a cabo aparente por la evitación y el miedo a toda costa de quedarse solo en algún circunstancia. Además, estas personas acostumbran hacer relaciones dependientes y seguir estando en una alerta recurrente frente el temor de ser dejados.
La persona que tiene miedo a estar sola, frecuenta soliciar asistencia cuando sus mecanismos para no quedarse unicamente se tornan en su contra, alejando exactamente a los conocidos cercanos. Tras un desarrollo elaborativo de este miedo y de conocer el origen, la persona en ocasiones se enfrenta a su peor temor, y de da cuenta de que es capaz de soportarlo y también de disfrutarlo con el tiempo.
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Mereces aprecio, comprensión y compasión
Las heridas emocionales similares al miedo al rechazo tienen la posibilidad de originarse tras sentimientos de no ser recibido por los conocidos cercanos. Así, se va gestando la iniciativa de que uno mismo no es merecedor del aprecio o la compasión de los otros.
La gente con este temor, comunmente, tiene una imagen penosa de sí mismos y se sienten increíblemente inseguros. No obstante, cuando la herida de la niñez comienza a cicatrizar, la persona comienza a detallar una base de amor propio y una perspectiva como merecedor de cosas positivas y del aprecio de los otros.
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Aceptar que no puedes agradar a todo el mundo
Hay algunas heridas emocionales que nacen de vivencias similares con la humillación en la niñez. Esta inasumible carga para un pequeño puede tornarse en defensas, como la autorridiculación o la búsqueda recurrente de aceptación en los otros.
Cuando estos jovenes crecen, esta defensa se frecuenta transformar en un inconveniente en sí, dificultando la conexión con los propios deseos e inquietudes. Cuando la persona consigue dejar caer y perdonar lo relacionado con esta carga, renuncia a contentar de manera recurrente a los otros y empieza a exhibir reacciones similares con el autocuidado y la soberanía.
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No puedes tenerlo todo bajo control. Libérate
Es recurrente que esta clase de heridas emocionales aparezcan en mayores cuya educación fue excesivamente autoritaria o fría emocionalmente. Estos jovenes viven a merced de una exigencia desmedida y recurrente con la que luchan de manera desesperada. No obstante, al transformarse en mayores y separarse de sus padres, posiblemente interioricen esta exigencia.
Así, se tornan en mayores que intentan tomar las riendas en todo de manera ansiosa y que son rígidos en sus convicciones. Por lo general, acuden a pedir ayuda profesional cuando se desmoronan al no poder vigilar algunos puntos de la vida. Después, en la toma de consciencia y la liberación del conflicto, van a ser capaces de ver que lo imprevisto no en todos los casos es negativo.
Sanar las heridas emocionales necesita pasar por un desarrollo, más o menos complejo, que suponga una vivencia reparadora. Además, la persona tiene que comprender su lesión emocional y su origen para empezar este desarrollo, esto se hace liberando esa memoria y tomando consciencia. En varios casos, el desarrollo de preparación de las mismas termina por comprender que, aunque nuestros mecanismos de defensa nos salvaron de jovenes, en la actualidad dejaron de trabajar y nos perjudican.
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enero 17, 2021 a 12:51 am
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Antonio López - Anahyana
enero 18, 2021 a 9:29 am
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Antonio López