Quienes ya me conocéis sabéis que no soy amante de escribir sobre mí mismo, no obstante creo que mi experiencia es el ejemplo perfecto de este camino terapéutico que con frecuencia os invito a hacer.
Asique te invito a venirte conmigo de vacaciones…
La última semana he estado de viaje, aunque en esta ocasión no ha sido como de costumbre, en esta ocasión me he ido de viaje yo solo y a un país extranjero, concretamente a Inglaterra, a la campiña inglesa.
Mi idea era, buscar el silencio, la naturaleza, pueblos pintorescos y dejar la palabra (por lo menos el español), el móvil y el hacer cosas justo en el control de aduanas.
Y para mi suerte he recibido mucho más que eso, estos días paseando y sintiendo, y como decía el anuncio de BMW, sin nadie que te distraiga de tus emociones, me ha recordado algo que suelo decir tanto en mis consultas, como en los cursos: “La importancia de perderte para encontrarte a ti mismo, al yo real que llevamos dentro”.
Vivimos atrapados en los programas y creencias que hemos heredado de nuestro árbol, en el Proyecto Sentido que hemos recibido de papá y mamá… Esto ya es el 80% o 90% de nuestra vida y determina como tantas veces me has oído decir nuestra realidad tanto social, como de nuestra familia de creación, en esa indiscutible verdad en la que construimos nuestro mundo a imagen de nuestro mundo inconsciente.
Como decía este viaje me ha recordado el viaje terapéutico en el que tanto yo como terapeuta, como la familia, amigos, pareja, hijos… no somos nada más que el “planing”, o la ruta que hemos puesto en el navegador del coche y que solo tú sabes dónde están las verdaderas paradas y lugares mágicos donde debes detenerte para habiendo dejado “la ruta establecida” por tus programas, sentarte a sentir, a mirar y a escuchar a tu cuerpo, a tus emociones pues solo así puedes saber realmente quien eres y quien quieres ser…
Cuando alguien llega por primera vez a mi consulta y me dice “no estoy contento con mi vida”, “no me siento feliz” o “me siento bloquead@”, se automáticamente que está siendo atrapado por esos programas, por esos conflictos inconscientes que todos heredamos; y debe liberarse de ellos para lograr su plenitud.
Yo entonces suelo preguntarle si sabe cómo quiere que sea su vida, si sabe cómo se siente contento y cuáles son sus gustos; normalmente todos, incluido yo, respondemos con cosas vagas y generales como: “yo quiero ser feliz”, “quiero estar tranquilo”o “quiero vivir en paz”. Y remetemos contra esa persona o situación que “creemos” que es el responsable de nuestra infelicidad: “es que mi esposa”, “mi jefe”, “mi hijo”, “el trabajo”… Olvidando que esas personas o situaciones son meros reflejos de nuestra realidad interior o inconsciente.
Vamos entonces a buscar esos “hechos” en los programas y creencias que cargamos y así “salir” de ese “rapto” que llamamos vida. Una vez hecho existe una etapa en la que aparece el miedo, “si dejo de ser esa persona, ¿quién soy ahora?”, “¿cómo se cómo es ser yo mismo?”, o mejor “¿Cómo puedo ser yo?” Aquí entra el perderse.
¿Un pez sabe respirar bajo el agua?, ¿un pájaro volar?… Y tú ¿sabes llenar tus pulmones de aire?
Pues ser tu es así de fácil, solo que lo has olvidado.
Asique es el momento de recordarlo, haz cosas nuevas que nunca harías, y averigua qué te gusta, qué te hace feliz y por supuesto recupera las que ya antes hacías y disfrutabas… Explora, ríe, juega, sal de tus límites, sal de tu zona de confort.
Porque es aquí fuera donde realmente, estás tú, donde eres tú y siempre ha sido.
Suena fácil, ¿verdad?, puede que hasta divertido: ¡¡Lo es!!
Y bien aquí me tienes a mí, apoyando en un muro de piedra de uno de esos rincones mágicos que he encontrado al salirme de la ruta de mi viaje, pensando en todo lo que me ha llevado hasta aquí, lo bueno (que ha sido mucho) y lo menos bueno, recordando a las personas que han marchado de mi vida, a los que están y deseando conocer a los que llegarán, pues sin pasado no viviríamos el presente y sin vivirlo no existe el futuro.
Por eso te digo: ¿te vienes a perderte? Te prometo que te encontrarás.
De nuevo gracias por leerme y estoy a vuestra disposición para cualquier duda en anahyana@anahyana.es o en el 626 32 22 32