A menudo me encuentro con pacientes que ocultan a sus familiares y amigos que acuden a terapia. Esta es una fase inicial, ya que con el tiempo se acaba rompiendo: simplemente es la fase en la que no aceptamos el problema que nos ha llevado a tratarnos con un profesional, no significa que no aceptemos la terapia en sí.
El problema no es la terapia, es el conflicto que nos ha conducido a ella
Hasta hace pocos años acudir al psicólogo o al terapeuta era algo oscuro que se asociaba a que alguien “no estaba bien de la cabeza”. Por suerte ese concepto cada vez se está desvaneciendo más y ahora cuando alguien nos dice que acude a terapia no pensamos que está trastornado, sino que es una persona con problemas que ha decidido dar un paso para superarlos.
Cuando al inicio de la terapia el paciente oculta que está recibiendo la ayuda de un psicólogo o terapeuta, lo hace por varios motivos. Uno de ellos puede ser el miedo a que lo juzguen (en cuyo caso es una fase pasajera, que acaba cuando empezamos a aceptar los problemas que nos han llevado a la consulta), otra razón puede ser que no conocemos el motivo real de nuestro estado. Sentimos una inestabilidad cuyo origen no conocemos y para ello acudimos a un profesional, para descubrir de donde viene el problema y desde ahí, empezar a solucionar y poner en orden nuestras emociones.
Es una situación que se repite muy a menudo: cuando un paciente viene a la consulta desorientado y atormentado por un estado emocional que le angustia, al principio le cuesta abrirse hasta que empezamos a desgranar y descubrimos de donde procede el síntoma. Una vez que empezamos a trabajar el problema desde el origen, la persona ve por ella misma los motivos por los que ha acudido a la terapia y comienza a dar pasos avanzando hacia la sanación, es cuando se rompen las barreras y los tabúes.
El momento en el que el paciente decide romper ese silencio y contar a sus seres queridos que están acudiendo a terapia, es cuando ven que están en el camino de la sanación. Es entonces cuando se encuentran preparados y dejan de ver la terapia como algo que puede cambiar su imagen ante las personas que lo rodean. Lejos de eso, sienten que era algo necesario en su vida para poder solucionar sus problemas y seguir avanzando y que están preparados para transmitir ese concepto a los demás sin que suponga algo negativo.